viernes, 10 de abril de 2009

Encadenadamente

Lluvia anunciando olorosas sensaciones siempre esperadas sin necesidad duradera alienta atentos silencios suplicante emoción naranja. Antes sabía atarearme en necios subterfugios sin nombre esperando ordenar rudos sueños sobrecogiéndome en naderías superfluas sobre esperanzas sabidas seguramente ebrias. ¿Sabré entender reverencialmente estas sensaciones? Si insistiré en nombrarlas siempre en noches sinuosas sabiendo operar removiendo olvidados saetazos secretos. Sola ante eco omiso onda ataviada atrae especial luz zona arriscada arropa artistas siempre enseña ámbitos sumando ocres solares sobre espacios sutiles.

dragón de madera


Un dragón de madera vive en el jardín de casa
lo halle en el lecho seco de un río
en una cita a ciegas, inconscientemente deseada.
El agujero de su hocico husmea el punto de locura
que la existencia reclama para seguir existiendo:
divergencia en la convergencia, risa oblicua rasgando cuadriculados moldes que responden al nombre de normal, me aterra el amén borreguero de la mayoría absoluta,
secundo la minoría del desgarre donde el instante de uno mismo
toma la forma de un trazo, de un sonido, de un paso.
¿Qué haces con un tronco de madera ahí en medio? sentencia un vecino
¿no ves que es un dragón? bombardea su hijo

¿sabes si vuela? me pregunta
sí, vuela.